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CAPILLA DE LA GRATITUD  

Nuestra Bodega

Capilla

Este centro religioso, creado tanto para realizar ceremonias de la bodega como para abrirse a la comunidad, se encuentra al inicio del camino de entrada. Es un reciento pequeño con un atrio grande, a la manera de las antiguas capillas andinas, donde se puede celebrar misas al aire libre, enmarcadas por la imponente naturaleza.

"La volumetría es escueta y cúbica; su extrema sencillez deja toda la expresión a su materialidad: tierra y piedra del lugar. No hay concesión alguna a los ornamentos, pero sí al diseño de los detalles constructivos, que dan interés a su imagen austera."

 
 

Arquitectura

La intención del partido arquitectónico ha sido reformular, en clave contemporánea, las esencias de la arquitectura andina tradicional, caracterizada por sus interiores penumbrosos, sus muros gruesos con gran inercia térmica, capaces de retardar largas horas la entrada de calor del sol, las ventanas pequeñas, la macicez de sus cajas murarias, reforzadas por contrafuertes para resistir mejor los temblores, la casi total ausencia de madera.

La tecnología utilizada para los muros es la tapia, de larga data en la región, que consiste en alinear y superponer, trabadas, hiladas de bloques compactos de tierra, que se apisonó dentro de encofrados removibles. Esta construcción deja la tierra a la vista, con las marcas de los bloques y los estratos sucesivos, trabajados a golpes de pisón. De las tapias antiguas ya casi no quedan restos en pie, porque el sistema se abandonó al iniciarse la era del cemento, a comienzos del siglo XX. Esta capilla fue una buena oportunidad para recuperar y dar ejemplo de una técnica patrimonial, que tiene tanto valor para la edificación rural.

 

El Atrio

El atrio, o patio de ingreso, apenas se define por un murete bajo de tapia, como asiento, y el piso de cantos rodados del lugar: piedras bolas, granzas y ripios. El sol del atrio se mitigará con la sombra de algarrobos plantados en sus bordes.

Al fondo, separando el reciento sacro, se extienden dos muros altos de tapia que soportan unos murales oscuros de chapa batida, obra póstuma de la escultora Eliana Molinelli, sobre “Las Bodas de Canáa”. Estos murales definen la verdadera fachada de la capilla desde lejos, cuando se viene de la bodega, ya que dan la escala apropiada al fondo de la larga perspectiva.

 

El Nexo

El nexo es la transición del espacio abierto al cerrado. Se forma detrás de los murales, con dos largas habitaciones que esconden los servicios, y un espacio abierto que antecede la puerta al recinto, flanqueado por dos esculturas cúbicas en granito, obra de Pablo Larreta, que aluden al agua en el desierto.

 

El Recinto

La capilla propiamente dicha es una caja cerrada, rectangular, con cielorraso plano y embarrado, donde la luz del sol entra por una larga raja central. A los costados unos pequeños huecos cuadrados dejan ver el entorno árido, el cielo y la montaña. En la cabecera, un plano abstracto de Molinelli, texturado en plomo, recorta una cruz de luz solar que entra por un vano ubicado detrás, dando fondo al altar. Los bancos son de madera de olivo, obra de Pablo Lavoisier.